Demasiados problemas.

Ya no puedo más, demasiados frentes y todos ellos demasiado contundentes hacen de la vida un infierno. No era suficiente la enfermedad, el cáncer de María, la espada de Damocles que siempre tenemos encima, ahora, tras una operación de uno de los tumores cerebrales, las cosas se han complicado mucho.

Ya sabíamos que algún déficit podía quedar; nos lo dijeron pero, los doctores no cuantificaron, no mostraron la realidad. Está claro que más radioterapia no era la solución, que además afecta a la memoria y al cerebro en general.

Nos movemos en un infierno, de incertidumbre, de problemas, de no saber aquello que decimos ni de aquello que nos quieren decir. Acritud, mal humor, malas reacciones, abundan donde sólo debería existir amabilidad y cariño para poder llevar toda esta carga.

Además, los problemas económicos, que te acosan y no te permiten conciliar el sueño.

No perdemos la esperanza, o talvez si, y vivimos el día a día, sin más, sin esperar nada para empezar de nuevo otro días. Aveces me dirijo a ella pensando en que todo está normal pero no es así.

La baja en el trabajo continua, pero, ¿que pasará mañana? Me angustia pensar, bueno… realmente vivo angustiado con ansiedad, con la tensión por las nubes. María no puede estar sola se cae, pierde el equilibrio ya se rompió dos tobillos y en otra ocasión una vértebra y una costilla.

Hoy vamos al psicólogo pero no sé si me hace más falta a mi que a ella.

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